La segunda ola de coronavirus en Europa está siendo más mortífera que la primera. Desde el 1 de agosto el virus se cobró más de 152.000 vidas, por encima de las 136.000 de la primavera. Y aunque la vacuna comienza a ser una realidad, inmunizar a todo un planeta (unas 7.700 millones de personas) demandará un esfuerzo sin precedentes y, sobre todo, mucho tiempo.

En América ya hay algunos países con rebrotes. Por eso, desde Francia, un médico tucumano alienta a no bajar la guardia, a respaldar al personal de salud y a sostener las medidas preventivas. Está convencido de que la ciencia encontrará una salida a la pandemia, pero advierte que no será de un día para el otro. Por eso, considera que tampoco se puede descartar una tercera ola. “A menos que las vacunas anden extremadamente bien, no se puede excluir una tercera ola; están las condiciones dadas: es una enfermedad nueva, sigue circulando y no tenemos remedios”, advierte el cardiólogo Enrique Alonso (39 años) en diálogo con LA GACETA.

El profesional vive hace 10 años en París, a donde viajó a especializarse. Desde allí sigue lo que ocurre en el país. “Se percibe como catastrófico lo que está pasando en Argentina”, afirma. Y comparte lo que recibe de sus colegas tucumanos. “Es una sensación de abandono de parte del Gobierno”, asegura.

Alonso actualmente está a cargo del servicio de cardiología del Hospital Privado de Antony. Cuenta que en la primera oleada estuvo en el frente de batalla y que el 95% de las camas se dispusieron para covid. La segunda ola los agarró más organizados, pero aclara que el confinamiento está afectando a la sociedad desde lo psicológico. “Sabemos que es probable que haya una tercera ola en algunos meses”, anticipa.

-¿Ya se habla de eso?

-No es que se habla, pero científicamente, a menos que el tema de las vacunas ande extremadamente bien, no se puede excluir una tercera ola. Simplemente porque están las condiciones: es una enfermedad nueva, que sigue circulando, para la cual no tenemos remedios; no es una certitud, pero no se puede descartar.

-¿Qué expectativas hay en Francia con las vacunas?

-Bastante expectativas. A partir del 15 de diciembre pueden estar validadas dos. El Presidente ya habló que la estrategia de vacunación será en tres etapas: la primera, para las personas ancianas; la segunda, para el personal de salud y personas de alto riesgo; y en verano, el resto. Será gratuita y no obligatoria.

-¿Cómo se ve ahí lo que pasa en Argentina y en Tucumán?

-Lamentablemente Latinoamérica y América del Sur son tristemente célebres por tener las tasas más altas de contagios y de mortalidad, y Argentina igualmente célebre por tener el confinamiento más largo del mundo, y yo diría que el menos eficaz; aquí se percibe como una situación catastrófica lo que está pasando en América Latina y en Argentina, en particular. Yo lo percibo de una forma extremadamente triste. He podido ver la cantidad de colegas que y de personal de salud que pagaron un tributo muy caro por covid. Particularmente dos personas que yo apreciaba mucho: el profesor y amigo, el doctor Jesús Amenábar, y mi suegro, el doctor Miguel Cesareo Montero.

-¿Qué percibe cuando charla con sus colegas tucumanos?

-No quiero ser crítico, pero percibo una sensación de abandono de parte del Gobierno. Me cuesta creer que un gobernador, especialista en salud pública y ex ministro de Salud de la Nación, haya abandonado así a sus colegas. Es muy triste cómo la profesión médica se ve denigrada en Argentina y en Tucumán.

-¿Qué puede recomendar?

-No estoy calificado para recomendar nada a las autoridades. Pero a la población general sí decirle que, a pesar de que una vacuna sea inminente, la epidemia está lejos de terminarse. Y que una vacuna no reemplaza a los gestos barrera (NdR: barbijo, distancia social, lavado de manos y ventilación). Esos gestos salvan vidas. Que tomen conciencia que teniendo esas medidas simples pero eficaces puede salvar la vida de un ser querido.

-¿Tendrá fin la pandemia?

-No tengo dudas que en algún momento, espero que no muy lejano, va a ser manejada. No es la primera pandemia ni la primera crisis a la que la humanidad, pero es la primera vez para nuestra generación y las pasadas. Entonces hay falta de paciencia, porque la gente cree que todo se tiene que terminar de un día para el otro. Pero me da mucho miedo la crisis social y económica que viene arrastrando esta pandemia.

-¿Cómo es la crisis en París?

-Aún es temprano para ver los efectos económicos y sociales, pero seguramente se verán a mediano plazo, porque esta crisis de salud está cambiando el mundo. En algún momento se verán los coletazos y los daños colaterales de esta epidemia.

-¿Qué pasa con las escuelas?

-Acá abrieron desde que se levantó el primer confinamiento, en mayo. El riesgo no es cero: hay contagios, el virus se transmite, etc., pero es mucho menor que en la población general. Está visto que la enfermedad no afecta fuertemente a los niños. Me parece que las escuelas tienen que abrir, pero eso se decide de acuerdo al impacto de la crisis sanitaria en el lugar específico. La educación es un pilar de una sociedad y de un país, aparte de ser fundamental; sobre todo para que los chicos puedan tener al menos una comida correcta al día correcta y un lugar de desarrollo social. Si un país perdió un año de educación es imposible que no haya consecuencias.

-¿Algún mensaje para agregar?

-Mandarle todo mi apoyo y pensamiento a mis colegas que están hoy en el campo de batalla.